El reflujo gastroesofágico, ese mal que nos revive la acidez y a veces nos deja con una sensación de ardor en el pecho, es más que un simple malestar físico. Desde la biodescodificación y la nueva medicina germánica, entendemos que cada síntoma tiene un sentido biológico, y esto se extiende al reflujo.
Cuando experimentamos reflujo, nuestro cuerpo nos está hablando. Este síntoma, en términos biológicos, puede representar un conflicto interno. ¿Y qué tipo de conflicto? Muchas veces, se relaciona con una sensación de no poder digerir algo de nuestra vida, ya sea una situación, una relación o incluso emociones reprimidas. El esófago, que se involucra aquí, es el encargado de llevar la comida desde la boca hasta el estómago, entonces, cuando algo ‘no se traga’, puede indicar que hay algo en nuestra vida que no estamos aceptando o que nos cuesta dejar entrar.
Desde la nueva medicina germánica, se sostiene que el reflujo puede estar ligado a un conflicto emocional relacionado con la autoridad, la lucha por ser escuchado o reconocido. Frecuentemente, esta situación puede estar acompañada de resentimientos o frustraciones por no poder expresarnos adecuadamente.
En cuanto a las motivaciones emocionales detrás del reflujo gastroesofágico, pueden ser muchas: tensión en relaciones personales, situaciones laborales complicadas, o incluso una carga familiar que nos resulta pesada. La dificultad para expresar lo que sentimos y la sensación de ‘tragarnos’ las emociones son indicativos. Así, se crea un ciclo donde nuestro cuerpo reacciona ante lo que no hemos podido procesar en el plano emocional.
Ahora, ¿cómo ponerle un poco de luz a todo esto y empezar a trabajar desde nuestro interior? Te propongo algunos pasos sencillos:
1. **Autoindagación**: Ponele la mirada a tu vida y pregúntate qué estás llevando dentro sin poder expresar. ¿Hay algo que necesitas dejar de lado? ¿Sentís que hay algo que tenés que aceptar?
2. **Expresión**: Toma un momento del día para escribir o hablar sobre tus sentimientos. A veces, poner en palabras lo que nos duele o lo que sentimos puede funcionar como un bálsamo.
3. **Ejercicio de Conexión**: Para conectar con el lugar del síntoma, te propongo hacer un ejercicio de mindfulness. Cerrá los ojos, respirá profundamente y poné la atención en tu pecho, donde puedes sentir la tensión. Imaginá que estás hablando con ese lugar de tu cuerpo. Decile: “Te escucho, estoy aquí para entenderte”. No te juzgues, solamente dejá fluir.
4. **Ho’oponopono**: Lleva a cabo una práctica sencilla de perdón. Repití en voz alta o en tu mente las frases: “Lo siento. Perdóname. Te amo. Gracias”. Esto puede ayudarte a liberar memorias y creencias que estén atadas a ese síntoma.
5. **Alimentación y hábitos**: Revisa tus hábitos alimentarios y controla el estrés en tu vida diaria. Incorporar hábitos saludables puede ser clave para ayudarte a sentirte mejor.
Este camino hacia el autoconocimiento y la sanación es un viaje. Escuchá a tu cuerpo y a tus emociones. Ellos tienen mucho para decirte.
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